Es importante que, emprendiendo –y me atrevería a decir que viviendo en general-, uno nunca se olvide de invertir en sí mismo.
Si estamos aquí, compartiendo este libro, es porque cada uno de nosotros, por nosotros mismos e individualmente, tenemos una razón que nos es propia, que sólo nos pertenece a nosotros particularmente, y que nos ha llevado a tomar ciertas decisiones que afectan a nuestra vida profesional y personal y, por natural extensión, a los que viven a nuestro lado.
Y es que vivimos con otros, es cierto, les necesitamos y nos necesitan. Incluso les queremos y nos quieren. Pero partimos de nosotros mismos, desde nuestra individualidad.
Si yo, como persona y profesional, no invierto en mí mismo, lo mismo que sucede en un negocio en el que no se invierte, iré perdiendo fuerza y, más o menos deprisa, terminaré en la quiebra.
Yo, por ejemplo, invierto en mí mismo procurando cuidarme, atento a seguir formándome, dedicándome intensamente al trabajo, sí, pero buscando, incluso a diario, momentos que dedicarme a mí mismo, momentos en los que me permito relajarme junto a las personas a las que quiero.
Soy importante. Lo soy para mí mismo. Si invierto en mí, invierto en mi proyecto e invierto, automáticamente, en las personas que me ayudan cada día en llevarlo adelante, y puedo, además, invertir en otros que, quizás, necesiten de mí.
Si hablamos de formación, por ejemplo, invertir en ti mismo significa, también, saber cuáles de los recursos económicos que tienes a tu disposición tendrán que ser dirigidos, por ejemplo, para permitirte profundizar temas en los que te sientes todavía débil. La formación nunca tiene que ser vista como un gasto. Es una inversión fundamental, un ladrillo muy importante en lo que estás construyendo, así que es importante que destines parte de tu presupuesto anual a ella.
Invertir en ti mismo, a medida que tu actividad va creciendo, significa también, por ejemplo, decidir delegar en otros profesionales parte de las actividades que has estado haciendo tú para que, de esta forma, puedas vivir más desahogado y ocuparte del desarrollo global de tu negocio.
Utilizar la regla del 80/20 es invertir en ti mismo: despréndete o delega las actividades que no te aportan el retorno esperado o que no están relacionadas directamente con tu negocio. Hay cosas, como por ejemplo la gestión administrativa de una empresa -aunque la empresa seas de momento solo tú mismo-, que suponen un esfuerzo notable llevarlas a cabo de la forma correcta y en línea con las leyes fiscales que van saliendo continuamente. Esta actividad seguramente no sea el corazón de tu negocio, no obstante, te lleva tiempo y esfuerzo ocuparte de ella. Invertir en ti mismo quiere decir también esto: encuentra un buen asesor que se ocupe profesionalmente de esta parte y dedica las horas ahorradas en hacer crecer tu negocio, en realizar visitas comerciales, en desarrollar nuevas estrategias de ventas, acciones de marketing etc… etc.
Identifica continuamente áreas de las que poderte desprender para así ser, por un lado, más ágil y útil al desarrollo global de tu negocio y, por el otro, vivir mejor y más feliz.
Buscar
Otras reflexiones
Productos
-
ROJO: 20 sesiones cuando quieras 1.210€
-
VERDE: 10 sesiones cuando quieras 726€
-
BLANCO: 5 sesiones cuando quieras 424€
-
PLAN SURFERO: Nos vemos cada mes 109€
-
PLAN AVANZADO: Cada 2 semanas 194€
-
PLAN INTENSIVO: Cada semana 387€
-
PLAN STARTER: Solo una vez 109€
-
El día que dije basta - Pdf + (Kindle) 9€
-
El día que dije basta ( pdf ) 6€
¡Gracias por ayudarme a compartir este contenido en tus redes!
¿Tienes un proyecto que desarrollar y no sabes por donde empezar?
¿Te gustaría hacer crecer una alternativa a tu actual empleo y transformarla en un realidad viable dentro de unos años?
o simplemente….
¿Te guraria tener mi punto de vista sobre tu proyecto?
¡Contáctame sin compromiso y hablamos!
¿A que estás dispuesto?
Calle Alameda 22,
28014 Madrid